
Oración de la Mañana
17 de octubre
Lectura del Santo Evangelio según San Lucas
Les decía una parábola para enseñarles que es necesario orar siempre, sin desfallecer. «Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En aquella ciudad había una viuda que solía ir a decirle: “Hazme justicia frente a mi adversario”. Por algún tiempo se estuvo negando, pero después se dijo a sí mismo: “Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está molestando, le voy a hacer justicia, no sea que siga viniendo a cada momento a importunarme”». Y el Señor añadió: «Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que claman ante él día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?».
Reflexión
A través de esta parábola, Jesús enseña el valor que tiene en nuestra vida la constancia en la oración. Debemos rezar sin desfallecer, sin desanimarnos, porque Dios siempre escucha lo que le pedimos. A veces, parece que nuestras peticiones no son atendidas con prontitud como nos gustaría. Llegamos incluso a pensar que Dios nos tiene olvidados o que no somos merecedores de lo que le pedimos. Pero, tenemos que reconocer que el tiempo de Dios, no es nuestro tiempo. Él sabe cómo y cuándo actuar y por qué. Seamos constante en la oración.