Oración de la Mañana
4 de octubre
“Ya no son dos, sino una sola carne”
En aquel tiempo se acercaron unos fariseos y le preguntaron a Jesús para ponerlo a prueba: – ¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer? El les respondió: – ¿Qué os ha mandado Moisés? Contestaron: – Moisés permitió divorciarse dándole a la mujer un acta de repudio. Jesús les dijo: – Por vuestra terquedad dejó escrito Moisés este precepto. Al principio de la creación, Dios los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne. De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre. En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo. El les dijo: – Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio.
Explicación
En tiempos de Jesús había leyes que eran injustas porque favorecían a los varones y perjudicaban a las mujeres. Por ejemplo la ley del repudio., que permitía al hombre echar de casa a la mujer sin darle explicaciones y por algún pequeño motivo. Era una ley que oprimía y aterrorizaba a las mujeres. Jesús se enfrentó a esa ley, diciendo que el varón y la mujer son iguales en dignidad y que, el amor por el que están casados y unidos debe ser tan grande, que por nada del mundo deben despreciarse ni abandonarse.