Oración de la Mañana

25 de octubre

Lectura del Santo Evangelio según San Marcos:

En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, un mendigo ciego, Bartimeo (el hijo de Timeo), estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: 
«Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí». 

Muchos lo increpaban para que se callara. Pero él gritaba más: 
«Hijo de David, ten compasión de mí». 

Jesús se detuvo y dijo: 
«Llamadlo». 

Llamaron al ciego, diciéndole: 
«Ánimo, levántate, que te llama». 
Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. 

Jesús le dijo: 
«¿Qué quieres que te haga?». 

El ciego le contestó: 
«“Rabbuní”, que recobre la vista». 

Jesús le dijo: 
«Anda, tu fe te ha salvado». 
Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino. 

Reflexión: 

 Este acto de curación nos habla del poder de la fe y la importancia de no dejarse silenciar por las adversidades o por la sociedad. Jesús, al responder al llamado de Bartimeo, también nos muestra que siempre hay tiempo y espacio para atender al necesitado, reforzando la idea de la misericordia divina. 

Este pasaje invita a reflexionar sobre nuestras propias «cegueras», aquellas áreas en nuestra vida donde podemos estar siendo ciegos espiritualmente o emocionalmente, y nos alienta a clamar con fe, sabiendo que la verdadera fe y perseverancia pueden abrir caminos hacia la transformación.