Oración de la Mañana
12 de diciembre
Lectura del santo Evangelio según San Mateo
En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, mandó a sus discípulos a preguntarle: «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?».
Jesús les respondió: «Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, y los cojos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y los pobres son evangelizados. ¡Y bienaventurado el que no se escandalice de mí!».
Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan: «¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué salisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Mirad, los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta?
Sí, os digo, y más que profeta. Este es de quien está escrito: “Yo envío mi mensajero delante de ti, el cual preparará tu camino ante ti”. En verdad os digo que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él».
PALABRA DEL SEÑOR
Comentario – Reflexión:
Juan el Bautista está en la cárcel y tiene dudas: ¿Jesús es realmente el Mesías?
Y Jesús no responde con palabras bonitas, sino con hechos: “Los ciegos ven, los cojos andan, los pobres son evangelizados.”
Jesús nos enseña que el Reino de Dios no llega con ruido ni castigos, sino con gestos que cambian la vida de las personas. El verdadero poder no está en imponer, sino en servir, curar, acompañar y dar esperanza.
El próximo domingo, el tercero de Adviento, celebramos el Domingo de la Alegría (Gaudete).
Se nos invita a mirar a nuestro alrededor y descubrir los signos de Jesús hoy:
cada vez que alguien perdona, ayuda, sonríe al que está solo, comparte su tiempo o su alegría… ahí está el Reino creciendo, aunque sea poco a poco.
Para pensar:
- ¿Dónde veo yo esos signos de vida nueva en mi entorno?
- ¿Qué puedo hacer hoy para que alguien “vuelva a ver” o “vuelva a caminar” con esperanza?
Oramos:
Señor Jesús, ayúdame a ver tu presencia en las pequeñas cosas de cada día.
Haz de mí una persona que siembra alegría, esperanza y amor donde vaya.
Amén.