Oración de la Mañana
1 de marzo
Lectura del santo Evangelio según San Juan
Cuando se acercaba la Pascua de los judíos, Jesús llegó a Jerusalén y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas con sus mesas. Entonces hizo un látigo de cordeles y los echó del templo, con todo y sus ovejas y bueyes; a los cambistas les volcó las mesas y les tiró al suelo las monedas; y a los que vendían palomas les dijo: “Quiten todo de aquí y no conviertan en un mercado la casa de mi Padre”.
En ese momento, sus discípulos se acordaron de lo que estaba escrito: El celo de tu casa me devora.
Después intervinieron los judíos para preguntarle: “¿Qué señal nos das de que tienes autoridad para actuar así?” Jesús les respondió: “Destruyan este templo y en tres días lo reconstruiré”. Replicaron los judíos: “Cuarenta y seis años se ha llevado la construcción del templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?”
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Por eso, cuando resucitó Jesús de entre los muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho aquello y creyeron en la Escritura y en las palabras que Jesús había dicho.
Mientras estuvo en Jerusalén para las fiestas de Pascua, muchos creyeron en él, al ver los prodigios que hacía. Pero Jesús no se fiaba de ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba que nadie le descubriera lo que es el hombre, porque él sabía lo que hay en el hombre.
Palabra de Dios
Reflexión
Este conocido evangelio, muestra la acción de Jesús en total desacuerdo con la situación y el sistema predominante de la época. Se habían cambiado las funciones del templo: de ser casa de oración a ser un lugar donde se hacían negocios, donde unos se enriquecían a costa de la pobreza de otros. Hoy, esta denuncia de Jesús, puede trasladarse a nosotros. ¿En qué hemos convertido las iglesias? ¿Sólo las utilizamos para ir a bautizos, bodas y primeras comuniones? ¿Cuándo entras a una iglesia, te diriges al sagrario a saludar a Jesús? ¿Qué postura tienes en el banco? ¿Hablas en la iglesia como si estuvieses en un patio o en la calle? ¿Juegas, gritas, corres…? Reflexiona estas preguntas. Hasta qué punto para ti, ir a una iglesia es ir a un lugar sagrado donde encontrarte con Jesús.