Oración de la Mañana
23 de abril
La empatía
En una extensa pradera vivía un grillo muy preocupado. Llevaba mucho tiempo afónico, a causa de un fuerte resfriado, y todos los remedios ensayados habían terminado en fracaso.
La tristeza lo abrumaba, porque adoraba cantar y ahora no podía hacerlo, cómo el resto de sus amigos y vecinos, quienes le dieron de lado porque pensaron que ya no quería hacer su trabajo.
—¡Qué desgraciado soy! ¡Mira que no poder cantar como todo el mundo! —se lamentaba el grillo, un día sí y otro también.
Un primo suyo, enterado del sufrimiento del grillo afónico y comprendiendo sus sentimientos, vino a visitarle para escucharlo y darle ánimos.
—Tu afonía no es un problema grave —le dijo con gesto tranquilizador. Mira, yo formo parte de una orquesta en la que todos somos muy amigos. En este momento nos hace falta un trompetista y, como ahora no puedes cantar, pues he pensado en ti. ¿Qué dices?
—¡Oh, gracias! — le contestó el grillo —¡Siempre me ha gustado tocar la trompeta! ¡Sí, entraré en vuestra orquesta!
Desde aquel día, la orquesta fue la más famosa de toda la pradera y, aunque grillo siguió sin poder cantar, fue nombrado el mejor trompetista del campo.
Esta historia nos presenta el valor de la empatía. Esta cualidad implica ponerse en lugar de los demás e indagar en qué les hace pensar o sentir de determinada manera y, aunque sea diferente a la nuestra, respetarla y no criticarla.
El primo del grillo demuestra este valor cuando, a diferencia de otros amigos y conocidos que lo juzgan sin saber, ofrece su escucha. También es capaz de comprender sus sentimientos y le ayuda a conseguir un nuevo empleo en el que se siente valorado.