Oración de la Mañana

23 de septiembre

¿Sabías que un pequeño gesto puede cambiar el día de alguien y, a veces, hasta su vida? A veces pensamos que para hacer algo grande debemos ser famosos o tener mucho poder, pero la verdad es que todo empieza con una acción pequeña: una palabra de ánimo, una sonrisa, o compartir algo con quien lo necesita. Hoy te voy a contar la historia de Leo y cómo una acción suya cambió todo en su clase.

Relato

Un día, Leo vio que su compañero Marcos estaba solo en el recreo, mirando al suelo. Leo no era su mejor amigo, pero sintió que debía hacer algo. Se acercó y le dijo:

—¿Te pasa algo? ¿Quieres jugar con nosotros?

Marcos, con una sonrisa tímida, aceptó. Ese pequeño gesto hizo que Marcos se sintiera parte del grupo y más feliz. Al día siguiente, cuando vio a una niña de primero que no sabía cómo subir al columpio, ¡adivina qué hizo! La ayudó, como Leo lo había ayudado a él.

Y así empezó una especie de “ola de bondad” en la escuela: cada niño buscaba hacer algo bueno por alguien más, sin esperar nada a cambio. No fue magia ni coincidencia, fue simplemente el poder de un corazón que decide amar.

Reflexión

Jesús nos enseña que cada acto de amor, por pequeño que parezca, es grande a Sus ojos. No hace falta hacer algo espectacular para cambiar el mundo; basta con mirar a los demás con cariño y hacer algo bueno por ellos. ¿Te imaginas si todos en tu clase empezaran una “cadena de bondad” como Leo? Tal vez todo se vería más alegre, más unido y con más sonrisas.

La profesora de Leo les dijo un día: “El bien se contagia, igual que una sonrisa. Y cuando hacemos algo bueno, Jesús sonríe con nosotros, porque estamos siguiendo su ejemplo.”

¿Y tú? ¿Qué pequeño gesto puedes hacer hoy para encender una nueva “ola de bondad” en tu casa, en tu cole o entre tus amigos?