Oración de la Mañana

19 de septiembre

El niño de piedra 

Desde el primer momento Ciro presintió que al niño de piedra le gustaba su compañía. Sería más o menos de su edad; tenía media melena, los ojos grandes, era muy pálido y estaba medio desnudo.

Un día le acarició una mano y notó que la tenía muy fría. Cuando llegó a casa fue directo a su habitación.
– ¿Qué haces Ciro? – le preguntó su madre cuando vio que revolvía los cajones de su armario.
– Estoy buscando unos guantes – le contestó sin volverse.
– ¿Para qué los quieres? – insistió su madre.
– Son para Gael, tiene las manos muy frías – contestó el niño, que ya había puesto nombre al niño de piedra.

Su madre lo sabía y dijo:
– Pero cariño, Gael es una estatua, no siente frío ni calor.
Pero Ciro insistió tanto, que su madre dejó que los guardara en su mochila para llevárselos.
– ¡Mira lo que te traigo Gael! – dijo el niño sacando los guantes de su mochila con una sonrisa.

Le puso un guante en cada mano. Luego se quitó la bufanda que llevaba puesta y poniéndose de puntillas, la enrolló al cuello del niño de piedra. Después, como acostumbraba, Ciro empezó a contarle lo que había hecho durante la mañana.

Al día siguiente, Gael ya no estaba tan pálido y tenía un ligero tono rosado. Además, cuando Ciro tocó sus manos ya no las tenía frías, y eso lo hizo sentir muy feliz.
– ¡Qué bien Gael! – le dijo – ahora tienes las manos calentitas como yo.

Un día Ciro habló de su amigo Gael a los niños de la escuela, y cuando se dieron cuenta de que hablaba de la estatua que había en el parque, donde iban a jugar todos los días, empezaron a burlarse de él con sonoras carcajadas.

Ciro salió corriendo hacia el parque y se sentó al lado de Gael, llorando, porque nadie le había creído. Al momento sintió que le ponían una mano en el hombro y escuchó que le decían:
– No les hagas caso Ciro, yo siempre seré tu amigo.

Levantó la cabeza y vio a su lado a Gael con una luminosa sonrisa. Ya no era un niño de piedra; se había hecho de carne y hueso como él.
Todos pensaron que habían retirado la estatua del niño para llevarla a otro lugar, pero lo cierto es, que Gael  juega en el parque todos los días junto a su fiel y leal amigo Ciro.

Autora: Marisa Alonso Santamaría