Oración de la Mañana

9 de febrero

 

Lectura del santo Evangelio según San Marcos 

En aquel tiempo, se acercó un leproso, suplicándole de rodillas: «Si quieres, puedes limpiarme». Compadecido, extendió la mano y lo tocó diciendo: «Quiero: queda limpio». La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio. Él lo despidió, encargándole severamente: «No se lo digas a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés, para que les sirva de testimonio». Pero cuando se fue, empezó a pregonar bien alto y a divulgar el hecho, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en lugares solitarios; y aun así acudían a él de todas partes.

Reflexión 

En el evangelio de hoy hemos escuchado cómo Jesús realiza un milagro. Un leproso se carca a Él (en su época, los enfermos tenían prohibido acercarse a las personas sanas) y le pide que lo cure. El leproso descubre en Jesús la fuerza salvadora que era capaz de realizar esa curación. Jesús, conmovido y valiente, no haciendo caso a las normas de la época (pues se volvería impuro al tocar al leproso), le concede lo que le pide. Jesús, a lo largo de su vida, hizo muchos milagros, siempre ayudando al que lo necesitaba, sin importarle el “qué dirán”, poniendo port delante a las personas que sufrían. Te damos gracias Señor porque nos escuchas y nos atiendes cuando sufrimos. Danos la alegría y la valentía para ser buenos servidores de todos. Todavía estamos en la Campaña de Manos Unidas. Aún podemos ayudar a los necesitados (si todavía no lo hemos hecho). Será signo de tu amor a Dios y a los hermanos.