Oración de la Mañana
21 de mayo
El niño que quería conocer a Dios
Había una vez un pequeño niño que quería conocer a Dios. Él sabía que había que hacer un largo viaje hacia donde vivía Dios.
Entonces, empaquetó una maleta con panecillos y juegos y emprendió su partida.
Cuando había recorrido una parte del camino, se encontró con una viejecita. Ella estaba sentada en el parque, observando algunas palomas. El niño se sentó junto a ella y abrió su maleta. Estaba a punto de tomar su zumo cuando notó que la viejecita se veía con hambre, entonces él le ofreció un panecillo.
Ella lo aceptó muy agradecida. Su sonrisa era tan bella que el niño quería ver esa sonrisa nuevamente, entonces le ofreció a ella un zumo.
Nuevamente ella volvió a sonreír.
El niño estaba encantado. Ellos se quedaron allí toda la tarde comiendo y sonriendo, pero ninguno de ellos decía palabra alguna.
Cuando empezó a oscurecer, el niño estaba cansado y se levantó para irse. Antes de haber dado unos pasos más, él se dio la vuelta y corrió hacia la viejecita y le dio un abrazo. Ella le dio la más grande y hermosa sonrisa.
Cuando el niño abrió la puerta de su casa, su madre estaba sorprendida por la felicidad que el niño demostraba. Ella le preguntó cuál era la causa. Él le contestó:
– He comido con Dios. ¿Y sabes qué? ¡Ella tiene la sonrisa más bella que he visto!
Mientras tanto la viejecita, también con mucha felicidad, regresó a su casa. Su hijo estaba anonadado por la paz que mostraba en su cara y preguntó:
– Madre, ¿qué hiciste el día de hoy que te ha hecho tan feliz?
Ella contestó:
– Comí panecillos en el parque con Dios. ¿Y sabes qué?, Él es más joven de lo que esperaba.