Oración de la Mañana
5 de febrero
Dios ha hablado y habla de muchos modos, con muchas mediaciones, pero especialmente se nos hace el encontradizo en nuestro interior. “Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón”. Lc 12, 34.
DONDE EL CORAZÓN TE LLEVE.
“… Cada vez que, al crecer, sientas ganas de convertir las cosas equivocadas en cosas justas, recuerda que la primera revolución que hay que hacer es dentro de uno mismo, la primera y la más importante. Luchar por una idea sin tener ni idea de uno mismo es una de las cosas más peligrosas que se pueden hacer.
Cada vez que te sientas extraviado, confuso, piensa en los árboles, recuerda su manera de crecer. Recuerda que un árbol de gran copa y pocas raíces es derribado por la primera ráfaga de viento, en tanto que un árbol con muchas raíces y poca copa a duras penas deja circular su savia. Raíces y copa han de tener la misma medida, ha de estar en las cosas y sobre ellas: sólo así podrás ofrecer sombra y reposo, sólo así, al llegar la estación apropiada, podrás cubrirte de flores y frutos.
Y luego, cuando ante ti se abran muchos caminos y no sepas cuál recorrer, no te metas en uno cualquiera al azar: siéntate y aguarda. Respira con la confiada profundidad con que respiraste al venir al mundo, sin permitir que nada te distraiga: aguarda y aguarda más aún. Quédate quieto, en silencio, y escucha a tu corazón. Y cuando te hable, levántate y ve dónde él te lleve…”
Para la reflexión:
- ¿Escuchas habitualmente a tu corazón? ¿O el cuerpo, las sensaciones y las ideas suelen ‘hablar’ más alto y fuerte?
- Todo lo que es realmente importante para nuestra vida SURGE del corazón. Déjale hablar. Escúchalo.
- La vocación auténtica escolapia puede estar llena de ganas de hacer el bien a los niños y jóvenes; puede ser que al principio se sienta como las ganas de transformar el mundo por medio de la educación… PERO sólo será verdadera si surge de un corazón enamorado de Jesús, que quiere vivir en sus manos, para siempre, para todos, para Dios.
Oración:
Enséñanos, Jesús a escuchar a nuestro corazón, que es a donde tú nos hablas. Que hagamos el bien movidos por tus impulsos directos a nuestro corazón. Amén.