Oración de la Mañana

11 de junio

Los talentos 

En una pequeña isla en medio del océano se encontraba la Fuente de los Cien Talentos. 
Todos los niños que al nacer eran bañados en cualquiera de sus cien chorros adquirían un talento que podrán compartir con sus familiares y amigos. 

Con el paso de los años había quienes tardaban en conocer su talento, otros no llegaban a saber jamás cuál era, pero los que lo averiguaban dedicaban gran parte de su tiempo a mejorarlo y utilizarlo en favor de los demás. Hasta que, un día, la fuente se secó y la gente del pueblo comenzó a asustarse. 

Los ancianos, mucho más inteligentes que los que se creen muy listos, observaron que los que tenían talentos presumían de ellos y se comportaban de forma orgullosa y arrogante. 

Por este motivo, muchos habitantes del pueblo comenzaron a sentir envidia y, como el agua de la fuente nacía de las raíces del Árbol de la Humildad, la envidia causó que la fuente se secara poco a poco. 

Un día hubo tanta envidia entre los habitantes de la isla que la fuente dejó de echar agua, y ningún niño pudo adquirir su talento. 

Con el paso de los años, la vida se fue haciendo más monótona y aburrida, ya que al no haber nuevas personas talentosas todos actuaban de forma similar: cocinando de la misma manera, corriendo a la misma velocidad, o dibujando e inventando objetos muy parecidos. 

El día en el que el último vecino talentoso de la isla falleció, todos se sintieron muy culpables y aprendieron una importante lección: 

—Debemos aceptar las diferencias de los demás sin pensar que son mejores o peores que nosotros, y ayudarlos a descubrir sus talentos en vez de provocarles envidia con los nuestros. 

En aquel preciso momento, una fuerte tormenta de lluvia de humildad bañó a todos los habitantes de la isla, y poco a poco volvieron a tratarse con tanto amor y respeto como en el pasado. 

Entonces, la Fuente de los Cien Talentos volvió a echar agua por sus cien caños para que los niños que nacieran disfrutasen nuevamente de sus talentos. Esta vez, sus padres y amigos se ocuparían de enseñarles desde pequeños a utilizarlos adecuadamente para ayudar a los demás, y no presumir de ellos. 

Este cuento contemporáneo nos enseña el valor de la humildad. Se puede ver a través de personajes que hacen alarde de sus talentos y sienten envidia entre ellos, lo que ha provocado que la fuente de los talentos esté a punto de secarse. 
Al final, la historia deja una gran enseñanza: aceptar las diferencias de los demás sin considerar que son mejores o peores que las nuestras nos alejará de la arrogancia y el orgullo.