Oración de la Mañana
10 de diciembre
Afilar el hacha
En cierta ocasión, un joven llegó a un campo de leñadores con el propósito de obtener trabajo. Habló con el responsable y éste, al ver el aspecto y la fortaleza de aquel joven, lo aceptó sin pensárselo y le dijo que podía empezar al día siguiente.
Durante su primer día en la montaña trabajó duramente y cortó muchos árboles. El segundo día trabajó tanto como el primero, pero su producción fue escasamente la mitad del primer día. El tercer día se propuso mejorar su producción. Desde el primer momento golpeaba el hacha con toda su furia contra los árboles. Aun así, los resultados fueron nulos.
Cuando el leñador jefe se dio cuenta del escaso rendimiento del joven leñador, le preguntó: “¿Cuándo fue la última vez que afilaste tu hacha?”
El joven respondió: “Realmente, no he tenido tiempo… He estado demasiado ocupado cortando árboles.”
Es probable que “afilar el hacha” tenga un significado diferente para cada quien. Algunos pensaran en la formación, otros en la necesidad de descansar, o también en lo importante que es una buena organización.
El hecho es que en el trabajo, si no tuviéramos a nadie para darnos orientaciones, es muy posible que muchos de nosotros acabáramos esforzándonos ciegamente en tareas poco productivas, porque es muy fácil perder la perspectiva.
Normalmente, si eres empleado, siempre tienes a un jefe para recordarte que tienes que afilar el hacha, pero si trabajas solo, corres el riesgo de dar palos a un tronco a la desesperada sin ver el verdadero problema. Por eso, de vez en cuando tienes que tomarte un respiro y reflexionar sobre lo que haces.