Oración de la Mañana
19 de diciembre
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A veces en los perfiles de las redes sociales cuando uno trata de definirse o alguien pretende decir cosas buenas de alguien se encuentra uno con esta referencia, ‘es o soy amigo de mis amigos’. Y yo me pregunto ¿nada más que amigo de tus amigos? Alguna dirá que eso es ya gran cosa, porque alguno no sabe ni ser amigo de sus amigos. Pero ¿no habrá ahí una cierta limitación, una manera de encerrarse en un círculo y de ahí no salir en búsqueda de algo más?
De alguna manera ese es el ritmo y el estilo que se vive habitualmente; tenemos nuestro círculo de amistades, además de la familia, o aquellas personas con las que convivimos o nos relacionamos cada día por razones de vecindad, de trabajo u otras relaciones sociales.
Nos llevamos bien, somos buenos, intentamos llevarnos bien con los que están a nuestro lado. Pero bien sabemos cuánto nos duele cualquier mal gesto que nos hagan y como muchas veces pesa mucho en nosotros el orgullo y el amor propio. Y así vamos marcando a la gente, a este sí y aquel no lo soporto. Y estaremos recordando siempre cualquier contratiempo que hayamos tenido en alguna ocasión, para echarlo en cara cuando haga falta, y dejamos de saludarlo, le volvemos la cara al paso de aquellas personas que en alguna ocasión hayan hecho algo que no nos ha gustado o hablamos mal de ellos a los demás.
Debemos pensar realmente si eso es lo que quiere Jesús de nosotros, o por el contrario nos quiere en actitud conciliadora, no rencorosa, tratando a todos de igual forma….